"Santo" corazón
¡Explotó La Ciudadela! San Martín derrotó 2 a 0 a Atlético Tucumán.
03 Oct 2005
FIESTA ROJIBLANCA. Vera celebra su gol, rodeado por Monge, Nievas Escobar e Ibáñez.
San Martín se adueñó del clásico, y tiñó de rojo y blanco la fiesta del fútbol tucumano. Daniel Villalba y Mario Vera anotaron los goles en los minutos finales del encuentro. Una multitud brindóun espectáculo impresionante. La caída de un parapelotas, ubicado en el sector de la tribuna visitante, provocó algunos heridos y obligó a que el partido comenzara más tarde que lo previsto. La fecha del Argentino "A" se completó con la derrota que sufrió Ñuñorco en Sunchales.
Festejó porque no se guardó nada
Por Guillermo Monti
Fue una ráfaga de cuatro minutos. Centro de Ibáñez y atropellada goleadora de Villalba. Córner de Molina y misil de Vera a la red. Así ganó San Martín el clásico: con orden táctico, inteligencia para anular a la dupla ofensiva de Atlético y un generoso despliegue físico. El libreto ofensivo no es muy amplio, pero rinde frutos: centros y pelotas cruzadas al área, en busca del frentazo salvador. Al "santo" no le sobran los talentosos, pero lo equilibra con funcionamiento y corazón. Los "decanos" lo sufrieron en carne propia.
Pintaba para 0 a 0. Durante 74 minutos, San Martín y Atlético se pusieron de acuerdo y perpetraron un atentado al buen gusto futbolero. Lograron el milagro de dar a luz un clásico aburrido, de echarle agua a la combustión que se vivía en las tribunas.
Demasiado entorno para tan poco juego, razonaban los hinchas. Casi todos jugaron con el manual de los nervios y las imprecisiones bajo el brazo. Lejos de las áreas y de las ideas, más concentrados en marcar que en crear. San Martín se apoyaba en la formidable firmeza de Mario Vera -la figura de la cancha-, que se metió en el bolsillo a Zerrizuela desde el arranque. Atlético tuvo 20 minutos interesantes de Héctor López (incluyeron un remate apenas desviado) y la acostumbrada solvencia de Roberto Urbina. Demasiado poco para un partido que había generado semejante expectativa, y que se fue apagando al compás de los incesantes pitazos de Ariel Montero. Fue un festival de infracciones.
Roldán se burló de las conjeturas periodísticas y colocó en el centro del campo al "Colorado" Nievas Escobar, con Lucas Oviedo a la derecha y Molina a la izquierda. El trío salió airoso del compromiso, aunque el bajo nivel de Morales Santos conspiró contra las chances ofensivas del anfitrión.
Aredes perdió al creador del equipo (Roy González, lesionado) y lo reemplazó por un carrilero batallador como Condorí. Con Zerrizuela anulado por Vera; y Robles demasiado lejos de López, no quedaban muchos caminos para inquietar a Lavallén. Así ocurrió: la ofensiva de Atlético fue casi inexistente.
Con tantos errores y carencia de brillo, quebrar el cero parecía una misión imposible. Lo logró el jujeño Villalba, y lo repitió Vera, ante el delirio de una hinchada que -de golpe- se encontró con los bolsillos llenos de felicidad. San Martín hizo el milagro porque fue fiel a sus convicciones. Atlético quedó en deuda porque mezquinó su fútbol. Así son los clásicos: se los gana sin guardarse nada.
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